lunes, 3 de noviembre de 2014

Los Indeterminados

Parecía andrógeno, como una babosa, como un caracol y quién sabe qué otras cosas, todas esas cosas que caen en la indeterminación de género. Parecía femenino, a veces, por cómo estaba sentado, con una pierna sobre la otra, justo la parte trasera de su rodilla alzada tocaba la rodilla de apoyo. Su cadera era angosta y no parecía tener más de veinte años. Veinte años prístinos y por como miraba, veinte años vividos. Miró hacia el cielo y su ojo brilló. Era verde, con pestañas crespas. También era masculino, sí, tenía una suave barba que no había sido rasurada en dos días. Su chaqueta le quedaba justa y los blue jeans, sumamente ceñidos al cuerpo. Vestía rosado y colores tierra, vestía de ella y de él. Vestía hermosa, se le veía feliz, mientras me miraba, sentado, en aquella esquina, en la esquina de un lugar también indeterminado, justo al lado de la plaza donde hace más de quince años di un beso.

Y por indeterminado quiero decir desconocido. Una especie de hogar ajeno, un espacio recorrido durante cientos de noches adolescentes. Un lugar recorrido y, sin embargo, olvidado. Me parece familiar, me parece conocido, lo he visitado, pero no doy con él ¡No doy con él! 

Le muevo una mano y ella se para, me sonríe y se acerca. Y luego quedo tieso, como esperando su cercanía. Y justo cuando la veo a menos de cinco metros, un deseo de tocarla me invade, un deseo de sacarle ese estúpido jeans y esas bragas de leopardo que no juegan conmigo. 

Era alta, él me gustaba, lo supe de inmediato. Y me agarró el muslo y me quedó observando o esperando una reacción. Lo único que sentí fue una sensación de placer que empezó justo en el centro púbico. Y simplemente me dejé abrazar y tocar. En ese preciso momento me hubiese podido haber hecho el amor. Y, no obstante, no hizo nada, sólo me abrazó y me puso en su pecho, olía a sudor refrescante. 

Al cabo de un instante me pide un cigarro.

  • Yo no fumo. -Le dije.
  • ¿No fumas?
  • No
  • ¿Y por qué no?
  • Nunca he fumado.

Entonces sacó dinero del bolsillo y se fue a un negocio sin decir nada, ni siquiera me dijo “espera”, absolutamente nada. Y me fijé en sus pasos, piernas juntas, casi como modelando, casi meneando sus muslos recogidos alzados por el efecto del stretch.  Y le miré la espalda ancha, le miré el cuello, su perfil, su lejanía y me detuve en su olor a hombre y en la textura femenina de su piel y en sus colores revueltos que no dicen nada. En el aro en la oreja, en el tatuaje que se dejaba apreciar por el cuello y en la silueta indecisa, y en muchas cosas más, en muchas. Y pronto desapareció, tras una esquina.

Y al pasar el tiempo no llega, se demora y cuento los segundos. Un brazo robusto me coge por atrás, rodeando mi estómago y me hace girar rápidamente. Era ella, nuevamente, era ella justo delante de mí, hermoso sujeto, tenía los labios pintados y me besa en la boca, me besa, me besa, me besa en la boca, mordiéndome de vez en cuando el labio inferior y respiro su aliento y siento como sus labios arrastran la cremosidad del rouge por mi piel.

  • Te quiero.- Le dije. Y él sólo sonrió.

Sacó un cigarro y me lo pasó. Lo detuve en mi mano y entonces comienza a darle chispa al encendedor y se acerca para prenderlo. Chupé el tabaco hasta que la llama agarrara independencia. Tosí.

  • Nunca he fumado.- Le dije.
  • No importa.
  • ¿No te importa? ¿de verdad?
  • Claro que no, nadie muere por fumar una sola vez.
  • ¿Y por amar una sola vez?
  • Tampoco.

Tampoco. Nadie muere de amor, nadie. Y todos vivimos por él, para buscarlo. Me mete la mano en el bolsillo del pantalón y comienza a mover su mano de arriba hacia abajo, luego pone su otra mano por debajo del pantalón sin desabrochar nada y siento como sus dedos se mueven libremente, apretando y agarrando, acariciando, con cariño, con soltura, con lentitud, con determinación, con determinación hasta perecer en su brazo, salivando y exhalando un aire tibio pronto a desaparecer entre la humareda capitalina. Se queda quieta y me habla de algo que olvidé.

Se empapa los labios de más rouge y vuelve a besarme. Y antes de recibirla en mi boca le dije que la quería. Le dije tantas cosas, recuerdo, que ya no importa tratar de repetirlas, estupideces idílicas, sandeces retóricas y huecas.

Y justo en el momento en que dejé de besarlo miré a mi costado y pude verme reflejado en la vitrina de una librería. Y entre las últimas novedades literarias, justo entre ellas, mi imagen apareció fantasmal, trasparente, hueca, repleta de color rojo, de aquella cremosidad grasa. Un cosmético esparcido por mi cuello, por el rostro en su plenitud. Y con mis manos traté de esparcir el rouge de manera homogénea hasta dejar de ser quien era, para volverme roja, para volverme rojo, para dejar de ser quien era. 

Me solté el cabello y deje escapar una melena negra.  Me Colgué de su cuello y reí con euforia. Era feliz. 



— Roberto A. Svec

Mirar Para el Lado

Al escritor se le busca sin conocerlo
                                      Y eso es bueno
          Es lo que busca:

                                      Ser buscado

SIN NUNCA JAMÁS SER CONOCIDO.

¿Quiénes son los que dicen que a través de un libro llegamos a conocerlo?

Los hay, sí, claro que sí

Hábleme, pues, de cómo era Dante

Usted habrá leído la Divina comedia

Hábleme, pues, de Cervantes,

 Usted habrá leído a Don Quijote

O de Kerouac

A través de Sal Paradise

Al lector le interesa lo imaginado por otros

Es un niño, que, estando en una prueba,

sólo mira para el lado, desesperado

buscando una respuesta

Sin importar…

                                 …de quién provenga...



— Roberto A. Svec

miércoles, 30 de octubre de 2013

Cuando habla

Me gusta cuando habla...

Me gusta su boca.

Me gusta su voz, su tono.

Me gusta aquella sonrisa pícara de lado que se le queda al terminar de hablar.

Me gusta su rostro cuando moldea las frases.

Me gusta su mirada cuando me transmite el mensaje.

Me gusta el mensaje, de lo que sea que este trate.

Me gusta que se comunique, que me traspase algo.

Me gusta conversar con él.

martes, 8 de octubre de 2013

"La primera vez que la vi…
Todo en mi cabeza se silenció
Todos los ticks, las imágenes constantes desaparecieron.
Cuando tienes trastorno obsesivo compulsivo en realidad no tienes momentos callados.
Inclusive en la cama estoy pensando:
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
¿Cerré las puertas? Sí
¿Me lavé las manos? Sí
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de la horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla–
La pestaña en su mejilla.
Sabía que debía hablar con ella
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien así que tenía que seguir haciéndolo.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.
Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomaba todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en la banqueta.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba–
Cuando hablaba;
Cuando me dijo que me amaba, su boca se curveaba hacia arriba en los bordes.
En la noche ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas, y prenderlas, y apagarlas.
Ella cerraba los ojos y se imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme y ella sólo se iba porque estaba haciéndola llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas de la banqueta ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que estaba tomando mucho de su tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error y me está matando que ella pueda salirse de esto y yo no.
No puedo–
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Usualmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes escabulléndose en mi piel.
Me veo a mí mismo siendo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que alguna vez me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve las manijas de la regadera como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla las velas–
cómo sopla…
Ahora sólo pienso en quién más está besándola.
No puedo respirar porque él sólo la besa una vez­– ¡No le importa si es perfecto!
La quiero de regreso tanto que…
Dejo la puerta sin cerrar.
Dejo las luces prendidas”.

-Neil Hilborn

domingo, 3 de junio de 2012

No te aburre hablar de amor?…



Cuenta la leyenda, que cuando el aprendiz le escribió al poeta para preguntarle qué debía hacer para ser el mejor. El poeta le aconsejó que hablara de cualquier cosa, menos del amor, porque todos habían escrito sobre él. Que escribiera sobre la hora, un día de lluvia, una tarde en la playa. Neruda fue capaz de ver la belleza en una cebolla y en el alambre de púas, y yo estoy cansado de leer del amor. Aun cuando soy consciente de que es la mejor cosa que existe en el mundo (y he sido soltero toda mi vida), me aburre tanto cuando él roza su mano con suavidad, y me da vergüenza ajena cuando sus miradas se cruzan en confidencia, o que cuando están en medio del cataclismo mundial, ella esta pensando en “¿me ama o no?, así sabré si debo bordar nuestras iniciales en nuestras toallas o no”. ¿no están cansados de que todas las historias vayan de amor?, ¿por qué no puede ir de batallas espaciales o de lo difícil que fue salir del examen?. Todo va del amor en la guerra de las galaxias, el amor en el señor de los anillos, el amor en los tiempos del cólera, de cómo Harry Potter termina enamorado de la pelirroja. ¿Por qué la historia no puede ir de una protesta violenta y, que en ese marco, el protagonista se enamore, pero que sea más importante sobrevivir a la protesta que el amor? Todas las buenas historias tienen un romance, pero no hablan todo el tiempo de ese romance.

martes, 29 de mayo de 2012

Gente que NO avanza.-


¡Escalera! -gritó, llamando la atención y provocando el voltear de las cabezas de todos quienes le rodeaban en aquella tumultuosa estación de metro- ¡es una maldita ESCALERA-mecánica! del latín scalaria plural neutro de scalare. Es que acaso no se percata que debe ¡ESCALAR por ella! -Sus ojos parecían luchar por saltar fuera de sus cuencas- ¡No se supone que usted deba quedarse ahí obstruyendo el paso a quienes sí la deseamos escalar! -La persona frente a él se debatía entre la sorpresa y el temor generados por la abrupta interpelación- ¿Sabe con qué otra palabra puede relacionar la etimología? con ¡ASCENDER! ¿No le resulta familiar el ASCENSOR? Si desea mantener su trasero quieto mientras asciende, tome el maldito ASCENSOR y ¡quítese de mi camino!

lunes, 28 de mayo de 2012

Profecía para el rey...


"...¡Una profecía para el Rey!
¡Engreidos puercos egocentricos!
Cuanto os gustaría ver el fin del mundo
¡Cuanto os gustaría que el mundo acabara junto con vosotros!..."

"...Mi última profecía será vuestra maldición:

¡Os condeno precisamente a lo contrario de lo que desean!
Ninguno de los que hoy aquí me escupen verá el fin del mundo
Vuestros hijos, ni los hijos de sus hijos dejarán la menor huella en esta tierra
¡Nadie los recordará!
Os maldigo, truhanes, a que cuando vosotros hayáis desaparecido,
lo demás seguirá aquí, tal como estaba antes e incluso mejor.
¡Nada terminará con vosotros! 
¡El mundo os sobrevivirá!..."